viernes, 30 de noviembre de 2012

¿Puede un Cristiano ser Poseído por Demonio?

La Realidad de la Demonización: Relación Escrituras-Experiencia            
Tal vez la cuestión más polémica que deba suscitarse sea: «¿Puede un verdadero cristiano estar endemoniado?» Observe que no estoy hablando de posesión demoníaca, sino de demonización.  Posesión indica propiedad y control absoluto. Los cristianos, incluso aquellos desobedientes, pertenecen a Dios y no a Satanás. Por lo tanto, el diablo no puede controlarlos por completo. La demonización, sin embargo, es algo distinto. Por demonización entiendo que Satanás, a través de sus demonios, ejerce un control parcial directo sobre una o más áreas de la vida de un cristiano o un no cristiano.

¿Puede realmente sucederles eso a los cristianos?

Según las Escrituras y la experiencia de los creyentes sí. La Biblia advierte al cristiano que no «caiga en la condenación del diablo» o «en descrédito y en lazo del diablo» (1 Timoteo 3.6, 7). También nos habla de creyentes que «se han apartado en pos de Satanás» (1 Timoteo 5.15).


El apóstol Pedro escribió para advertir a los creyentes del terrible peligro que corrían como resultado de los ataques del diablo. Les dijo que si no aprendían a resistirle «firmes en la fe», podían ser devorados por él (1 Pedro 5.8, 9). Son palabras fuertes. No es de extrañar que Pablo escriba acerca del peligro de que los creyentes ignoren las maquinaciones del enemigo (2 Corintios 2.11).

Mucho se está escribiendo hoy en día acerca de los demonios (asistimos a lo que un erudito ha llamado «un diluvio demoníaco»). Algunas de las cosas son excelentes y otras muy malas. Los estudios sobre Satanás tienden, bien hacia el sensacionalismo por un lado, bien hacia el dogmatismo rígido por otro. El hecho mismo de estudiar a los demonios hace que uno se concentre tanto en ellos que, a menudo, el resultado sea comprensible, pero preocupante.

Para muchas personas la única teología de los demonios que tienen está basada primordialmente en la experiencia subjetiva. Creen sin reservas lo que los demonios les dicen y escriben libros de acuerdo al tema. Esto, combinado con su subjetivismo emocional y su tendencia a ver todo lo malo, todo lo personal, todo funcionamiento social defectuoso como principal y directamente demoníacos (siempre lo son de manera indirecta), divide aún más a la Iglesia en este aspecto crucial de la realidad y aparta al crítico incrédulo de Cristo y de la Biblia.

Por otro lado, están aquellos cuya teología de los demonios se halla construida sobre sus propias interpretaciones limitadas de la Escritura, con poca o ninguna experiencia directa en la confrontación continuada con los espíritus del mal. Declarando lo que los demonios pueden y no pueden hacer, producen sus libros desde esa perspectiva monocultural y dogmática.

El resultado es la Iglesia dividida de nuevo. Y lo que es igual de trágico: millones de personas terriblemente heridas, tanto creyentes como incrédulas, quedan sin ayuda o recurren a consejeros que pueden ser bien ateos o bien cristianos sin experiencia en el campo de lo demoníaco.

Tomado del Manual de Guerra Espiritual. Dr. Ed Murphy



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